Por: Natalia Otero Herrera
Ilustración: Liév
El próximo 9 de abril se conmemora el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas y, parte de los actos organizados por la sociedad civil tendrá que ver con una palabra que bien puede incluirse en los libros de autoayuda y superación personal pero que en Colombia se ha convertido en una consigna de vida: resiliencia.
Por esto, en esta entrega del Glosario ¡Pacifista!, la escogimos no solo para entender su significado sino como homenaje a las personas que tienen esa capacidad de reponerse a la tragedia, pasar la página del dolor y seguir trabajando por un país diferente.
“Mi mamá es una mujer de descendencia africana, es una matrona, curandera, partera, una mujer llena de saberes ancestrales. Mi papá es descendiente de los vikingos que llegaron a las islas del pacífico. Lo que me convierte en mulata, aunque nunca me he sentido como tal. A pesar de mi color, de mi cabello, de mi melanina que no es totalmente negra, yo soy afro, orgullosamente definida como una mujer étnicamente negra. Mi mamá me dio un ombligo muy bonito, y con él me dio las propiedades de un árbol de guayabo –chiquito, inquebrantable, tremendamente fuerte –, y de un arriero –para tener las patas de trabajadora –.
En algún momento de desespero yo le pregunté a Dios: ¿por qué me tocó vivir esto a mí? ¿Por qué tuve que crecer en Buenaventura? ¿Por qué tuve que enfrentarme a todo esto acá? Y en ese momento de crisis, encontré la respuesta: yo estoy aquí para dar al que necesita mi fuerza de voluntad, mi resiliencia.
Cuando yo tenía 16 años, eran los 90 y la situación en Buenaventura empezó a agravarse. Por un lado, se dio la privatización de la empresa Puertos de Colombia, porque antes lo que entraba del puerto era del Estado, era de la comunidad y cuando pagaban a los trabajadores, toda Buenaventura se enriquecía. Con la privatización llegó el desempleo y toda Buenaventura empobreció. Y por el otro, la violencia. Nosotros siempre creímos que la guerra era algo lejano, que solo pasaba en las zonas rurales, hasta que nos tocó. El Bloque Calima, de los paramilitares, entró por la zona urbana y la vía Buenaventura-Cali. Sembraron el terror y se generó un pánico colectivo. Aparecieron las masacres en zonas rurales, como en Sabaleta, y luego en las zonas urbanas, como en el barrio Las Palmas y Punta del Este.
A mediados de los 90, el turismo le traía grandes ganancias a Buenaventura y por esa razón la administración tapaba la situación que estábamos viviendo. Además, lo desplazados se asentaban en casas de familiares y no denunciaban el acto victimizante, lo que hacía la situación invisible. En 2002 y 2003, las masacres aumentaron, aparecieron los desmembramientos, las violaciones, y todo colapsó. A diario llegaban lanchas con cientos de personas. Y se empezó a ver el desplazamiento en las calles.
En 2006, la violencia se posicionó en los territorios urbanos que denominamos territorios recuperados al mar, que son las zonas palafíticas. Las milicias urbanas de las Farc y los paramilitares se las tomaron y se convirtieron en escenarios de guerra terribles. Aquí pasa lo inimaginable: personas vivas enterradas, casas de pique, cabezas a la orilla del mar, reclutamiento de niños… ellos implantaron toda una estrategia de terror que generó desplazamientos intra-urbanos. Fuera de tener la presión de los grupos armados están también las empresas y el mismo Estado, que asegura que es un lugar de ‘alto riesgo’ para que vivamos, pero cuando le tiene que otorgar títulos a los privados para hacer hoteles o puertos, no tiene problema con ‘ese alto riesgo’. Y en ese escenario seguimos hoy.
Con el Proceso de Comunidades Negras de Colombia (PNC), del que hago parte desde mis 16, en esos años en donde todo comenzó, nos tocó mirar si había casos de amenazas, tuvimos que proteger a la gente, darles fondos y alimento. Desde 2006, empezamos un proceso de denuncia y movilización muy fuerte para defender los derechos individuales y colectivos de la comunidad afro. Emitimos informes, videos, comunicados, encuentros, en los que se develaba la grave crisis cultural, social y política de Buenaventura. Así al menos, logramos que la situación se mostrara, porque aquí era un infierno y afuera nadie se daba cuenta.
Buenaventura es un escenario de resistencia porque la comunidad se juega la vida en este territorio que no quiere dejar y sueña con ver libre. La gente se pregunta: ¿cómo pueden vivir en un lugar tan invivible? Pero lo que no entienden es que nosotros construimos nuestro vividero con nuestras propias manos: a punta de basura y paciencia hicimos los rellenos artesanales, en los que vivimos hoy con agua y luz gracias a nosotros mismos.. acá se siembra el temor como parte de estrategia de guerra, por parte de empresas, Farc y delincuentes. Se mata, se masacra, se cobra, para que la gente se aburra y se vaya. Pero acá estamos y aunque nos cueste sobrevivir en él, nosotros no podríamos vivir sin ese territorio, sin esta tierra, en donde hemos crecido, donde nos hemos enamorado.
Pero resistir no es aguantar. No es lo mismo, porque para nosotros esa resistencia es la búsqueda de convivencia, de paz. El hecho de quedarnos en el territorio significa que estamos construyendo paz, que no estamos huyendo ni dándole la vuelta a nuestra tierra. No nos estamos dando por vencidos sino que estamos venciendo. Cada vez que nosotros alzamos nuestra voz, formamos a la comunidad, la acompañamos, denunciamos todos los atropellos que se están viviendo, somos resistentes. Esa es la resiliencia de Buenaventura.
Tenemos dos armas secretas: la música y la alegría. La gente se pregunta cómo podemos bailar, cómo podemos estar tan felices y la respuesta es que esos son los mecanismos de defensa, de resistencia… es nuestra resiliencia.
Nuestra alegría no se puede picar, desplazar, desmembrar, descuartizar, violar, no se puede asesinar. Y es esa alegría la que nos hace reaccionar para manifestar nuestro deseo por la paz».
*Danelly Estupiñán, lidereza del colectivo de mujeres de Proceso de Comunidades Negras de Colombia, Palenque el Congal Buenaventura.
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Definición técnica
Resiliencia: El diccionario de la Real Academia Española, la define como la facultad psicológica “de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
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