Por: Nathalia Guerrero

 

A mediados de 2014, Aída Avella, líder de la Unión Patriótica (UP), denunció que un grupo de neonazis había arruinado un mural que representaba a su partido. La pieza, ubicada en la calle 26 con carrera 17, es una mezcla donde predomina el negro y el gris. Hacia el centro, los amarillos y los verdes aparecen encima de gente que no tiene rostro. Más adelante, aparece una familia, varios niños y hasta un perro con una gallina; sin embargo, tras la marca que dejó el grupo neonazi, apenas se podían adivinar los colores, ocultos tras la consigna gigante de «Fascismo totalitario YA. Fuera UP, fuera Farc. Colombia libre».

 

Las consignas que los neonazis dejaron sobre el mural. Foto vía.

 

A las pocas horas de lo sucedido, un grupo de partidarios de la UP salió a reparar el mural y ocultaron los mensajes a su manera. Al menos eso es lo que recuerda Chirrete Golden,el graffitero que lo pintó en un principio, y quien fue a repararlo como a los cuatro meses de la trolleada neonazi.

Chirrete Golden ya va para sus 34 años, de los cuales lleva sus últimos 11 dedicado al graffiti. Viajó a México a estudiar arte en el 2003. «Cuando me fui, no había nada. Al regreso, en 2009, ya había una revolución, el boom del esténcil. La gente se empezó a dar cuenta de que cualquiera lo podía hacer y eso, creo, es la ruptura entre el arte y el arte urbano». El crew de graffiti APC o Animal Poder Crew se dio cuenta de eso y en 2007 se consolidó como colectivo. Para cuando Chirrete regresó, a las calles de Bogotá ya les salían sus primeras florecitas y la APC llevaba dos años con lata en mano por toda la ciudad. Hoy por hoy, ha crecido tanto que se volvió internacional.

Pero a diferencia de este colectivo, que nunca ha querido ser muy directo cuando se trata de temas políticos, Chirrete habla de frente. Ha creado su propio soliloquio visual al respecto, en parte llamado por su sangre -su papá fue militante de la UP-.

Este mural es solo uno de los tres que realizó de la mano del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá, Idartes, y de dos graffiteros, todos con un objetivo en mente: darle voz a varias víctimas del conflicto.

 

Chirrete Golden. Foto vía.

 

Hace ya casi dos años, en 2013, Idartes lanzó la convocatoria Cabildos Abiertos para Murales de Memoria, con la intención de visibilizar los relatos de algunos de los sectores de víctimas en el país a través de murales de grandes dimensiones.

«A raíz de la muerte del graffitero Diego Felipe Becerra las cosas cambiaron. Ya la gente del Distrito no criminaliza el graffiti, sino que se le ocurrió ubicarlo de manera legal, en varios espacios asignados a lo largo de la ciudad». Ya tenemos ejemplos de esto desde hace años, con las enormes piezas que atiborran las paredes de la calle 26 y la carrera 30, entre la calle 68 y la 80.

Precisamente en la 26 quedaría plasmado el ganador de la convocatoria. Tras las propuestas de varios grupos, tres ganaron. Chirrete y Ark, dos viejos lobos del graffiti en el país, y Bastardilla, otra de las duras de la vieja guardia, empezaron a pintar sus obras sobre la memoria del conflicto.

Pero más que memoria, Chirrete y Ark se cranearon un proyecto en el cual pudieran contar la otra versión de la historia de la violencia en Colombia, el de las víctimas. «En cuanto al problema de la guerra en Colombia, siempre hay dos discursos: el oficial, que se maneja en la opinión pública, y el de las víctimas y de los que han vivido el proceso. Aunque hablan de la misma cosa, tienen diferentes verdades. No se puede quedar uno con las dos, hay que establecer algo entre ellas».

 

Mural en honor a las víctimas pertenecientes a movimientos sindicales, ubicado en la calle 26 con carrera 17. Foto vía.

 

Con estas cosas claras, los graffiteros empezaron a reunirse con los sectores de víctimas que iban a representar: los sindicatos colombianos, el partido de la Unión Patriótica y las víctimas del desplazamiento forzado. En las reuniones cada persona contaba sus experiencias y los artistas se iban empapando de la situación. Los graffiteros se esforzaron en entender de qué manera se posicionaba cada uno dentro de ese status de víctima y así empezó el proceso creativo.

El reto era enorme: ¿cómo traducir la experiencia descarnada de decenas de víctimas en un solo graffiti?

 

Los murales en proceso de creación. Foto vía.

 

Lo primero que me responde Chirrete Golden es que del proceso creativo tenía que salir algo inteligente: «¿Cómo producir algo que no victimizara y más bien reivindicara a las víctimas? Fue bien bonito el proceso aunque llegar a un boceto fue difícil, entre otras cosas porque éramos tres personas con visiones de trabajo diferentes y teníamos que llegar a un consenso con cada grupo de víctimas. Todo eso incluía el plano de producción».

Para el grupo de sindicalistas, un gremio que desde su formación a comienzos del siglo XX ha sido perseguido por distintos grupos de poder, Chirrete Golden eligió la estructura de un hormiguero alusivo a la fuerza de trabajo, pero lleno de cadáveres y órganos humanos. «Este mural fue el más difícil de planear. Al final logramos conceptualizar todo. Quisimos hablar de cómo el trabajador ha sido perseguido y desaparecido por los grandes capitalistas del Gobierno, la guerrilla, los paramilitares… Arriba hay un niño desenterrando el hormiguero porque la verdad siempre está ahí, uno solo tiene que desenterrarla».

 

 

La parte del mural que honra a las víctimas del exterminio de la Unión Patriótica. Foto vía.

 

El mural de la Unión Patriótica fue el más polémico, básicamente porque pintaron la cara del histórico exguerrillero de las FARC, Manuel Marulanda. «Decidimos hablar de los caídos, que fueron dirigentes políticos que alcanzaron grandes votaciones; los pusimos junto con otras personas que permitieron que el partido existiera, pero también hicimos una comparsa, para que se viera más alegre y se notara que la UP había dejado atrás ese episodio, que iba para adelante otra vez». Chirrete cree que la inclusión de Marulanda fue el hecho que hizo que los neonazi sabotearan la obra, aunque para él estos incidentes no solo hacen parte del graffiti sino que son precisamente lo que más lo enriquecen: «Lo más importante es lo que sucede después».

Pero no solo está Marulanda. En el graffiti se ve gente caminando y hasta saltando, dejando atrás el pasado violento del partido, uno resultante de una propuesta legal para acabar con el conflicto, la cual realizó un sector de las Farc y el ADO (Movimiento de Autodefensa Obrera) en 1985, en conjunto con el presidente de aquel entonces, Belisario Betancur. El intento de un proceso de paz por las vías políticas terminó abruptamente con el exterminio de más de 5.000 militantes de la UP, entre ellos dos candidatos presidenciales, 13 diputados y 11 alcaldes.

El que tuvieron más claro fue el de víctimas por desplazamiento, el hecho victimizante más común en Colombia según el Registro Único de Víctimas (RUV), un hecho que ha afectado profundamente la vida de más de seis millones de habitantes. El graffiti es un bloque enorme de letras que se puede leer desde muy lejos. «MEMORIA», dice, y el mural completo representa el viaje de retorno de los desplazados a sus tierras. «Eso es finalmente lo que desea un desplazado, volver a su tierra en las mismas condiciones que tenía; las primeras letras representan el campo y la gente reconstruyendo su casa, y las últimas, grises, representan la ciudad y la gente devolviéndose».

La presentación de cada graffiti se volvió un cabildo, en el cual, pudieron hablar las víctimas, los creadores de los murales y la gente de Idartes, todo siempre con unsoundtrack de música en vivo como fondo.

Chirrete Golden nunca desligaría el graffiti, de la paz, dos cosas que para él van muy de la mano. «Es una herramienta clave porque ayuda a algo que es un poco complejo de materializar, al menos en el arte, y es la reparación simbólica del proceso de las víctimas, lo que quiero subrayar. Por lo general la gente que está haciendo cosas en la calle tiene una postura que se parece más a esta, al discurso sincero».

 

«Si uno dice lo que tiene que decir, todo sale bien». Foto vía.

Chirrete Golden nos habla de graffiti y paz

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