Por: Juan Miguel Hernández y Marcela Rey
Fotografías: cortesía de 4Ríos
4 Ríos es una plataforma transmedia que cuenta relatos del conflicto armado en Colombia. Yack Reyes y Elder Tobar, sus protagonistas, quieren reconstruir la historia convulsa de nuestro país, a través de diferentes lenguajes como la novela gráfica, el cortometraje, las aplicaciones web y las maquetas de realidad aumentada. Es toda una nueva forma de narrar.
Esta revolucionaria propuesta se ha convertido en una mezcla perfecta. Un híbrido letal en el que se combinan las habilidades de un productor de televisión infantil, el interés por la innovación tecnológica y la preocupación, exigua en Colombia, por construir narraciones de memoria histórica.
El Naya es la primera historia terminada por 4 Ríos. Se da en un pueblo del Cauca, dónde alrededor de 500 miembros de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) asesinaron a campesinos, indígenas (Nasa y Esperara Siapidaara) y afro descendientes, tras asegurar que tenían nexos con grupos guerrilleros de la zona.
La masacre inició el 6 de abril y se prolongó hasta el 27 de abril del 2001. Los primeros tres días, los paramilitares hicieron retenes en las vías. Al cuarto día, comenzaron los asesinatos selectivos y las violaciones de las mujeres del pueblo. Hasta el 26 de abril, la armada comenzó a combatir a los actores de la masacre, pero detuvieron solamente a 73 de los 200 paramilitares participantes.
Fragmento de El Naya.
Cómic interactivo masacre el Naya
El primer proyecto de 4 Ríos se inició en el 2010. Durante este año, los dos amigos se dedicaron a investigar la masacre, en los dos años siguientes delimitaron el diseño y participaron en convocatorias. Y en el último, afinaron los detalles de producción y divulgación del cortometraje.
El 4 de diciembre de 2014, en el Centro de Memoria de Paz y Reconciliación, lanzaron el cómic interactivo de la masacre del Naya y dos maquetas de realidad aumentada que, con la ayuda de dispositivos móviles inteligentes, dan vida a historias cortas a través de una réplica a escala del territorio donde ocurrieron los hechos.
Maqueta de realidad aumentada
En entrevista con Pacifista, Yack y Elder nos contaron un poco sobre su proyecto. Quiénes son, qué hacen, cómo funcionan, qué piensan sobre la paz y cómo han logrado crear un espacio creativo para narrar las historias de la guerra.
¿Por qué el proyecto se llama 4 Ríos?
La idea es contar cuatro masacres, cuatro historias. El Naya desde la perspectiva de un indígena, Bojayá desde una mujer, La violencia en Apartadó vista desde un niño y la masacre del Salado desde el ángulo de un agresor. En Colombia el conflicto está narrado de una forma impersonal, monotemática, académica y lineal. Se nos ha vendido la idea de una verdad o una mentira absoluta, sin contexto, sin profundidad y sin contraste. La gente cree que ellos son malos y nosotros buenos. Entonces queremos cambiar ese paradigma. Queremos construir un panorama del conflicto, contar los distintos puntos de vista de la guerra y mostrar sus aristas y sus márgenes.
¿Por qué deciden escoger el tema de la guerra en Colombia?
El conflicto en Colombia es un tema que se ve tanto en los barrios marginales de los sectores urbanos (Ciudad Bolívar en Bogotá o la Comuna Trece en Medellín), como en los sectores rurales: el Naya y Bojayá. Son contextos distintos, pero que están presenciando diferentes tipos de violencia generada por los actores del conflicto colombiano. En últimas es un tema que hace parte de la cotidianidad del país.
Documental, novela gráfica, infografía, maquetas en 3d… ¿Por qué contar nuestro conflicto combinando lenguajes tan diversos?
En vista de que llevamos más de cinco décadas en conflicto armado, en vista de que lo consideramos cotidiano y normal y de que con el paso de los años hemos generado distancia, indiferencia y hastío, quisimos contarlo desde otras perspectivas. Proponer nuevas lecturas.
La génesis del proyecto era hacer un cómic documental interactivo. Pero aprovechar lo interactivo, también significaba tener la oportunidad de generar otro tipo de narrativas. La idea era que en la construcción de los distintos lenguajes había que brindar nuevas herramientas para entender la complejidad de la guerra. Entonces, nuestro objetivo era generar una dinámica donde la gente del común se acercara al conflicto desde otra perspectiva, con otros matices. Queríamos proponer otra forma de lectura en la que se pudiera combinar la visión narrativa horizontal propia de las películas, con la posibilidad de detenerse y profundizar en lo que no estaba claro, inherente a las aplicaciones web.
¿Y cómo fue el proceso creativo de esos productos transmedia?
Nuestro equipo de trabajo está conformado por artistas, diseñadores, músicos, productores de televisión y otras disciplinas afines que nos permitieron construir la idea del cómic interactivo. Después incorporamos el cortometraje y se generó un audiovisual con narrativa ilustrada y un guión entre viñetas, realizado con un efecto denominado rotoscopia que consiste en hacer una serie de fotografías y posteriormente animarlas, fotograma por fotograma, para generar una secuencia. Esto nos permitió tener una parte documental con actores indígenas y una historia recreada a manera de ficción, inspirada en los hechos ocurridos durante la masacre.
Con respecto a la difícil historia del Naya, ¿qué se quería contar?
En el cómic se puede presenciar la llegada de las AUC a la región del Naya. La historia es recordada por un indígena que se encuentra con su abuelo, testigo de la masacre, quién logra evidenciar de manera gráfica y sonora, la violencia y crueldad que sufrieron los habitantes del sector.
Además, el cómic permite construir una reflexión a partir de la metáfora de los conquistadores contemporáneos (grupos al margen de la ley), en donde la ficción manifiesta la justicia del río y anuncia las voces de quienes fueron asesinados para que no mueran en el olvido .
Fragmento de El Naya
¿Y funcionó el comic?
Sí. Quisimos proponer una alternativa para la construcción de memoria histórica,generar sensibilización y debate de forma atractiva con respecto al tema del conflicto armado, que se ha venido tratando de una manera catedrática, tediosa o muy técnica generando desinterés en el publico. Nuestra meta es reconciliar a la gente con el tema y que se motiven por saber más.
Nosotros lo que queríamos hacer era sacar el conflicto armado de su nicho académico. Ponerlo en otros espacios y en otros lenguajes.
En nuestro país el conflicto armado es manejado por grandes instituciones, que lo representan, lo manejan y dan su versión del asunto. Queremos que la discusión sobre el conflicto, en vez de estar en pequeñas convenciones de 100 personas, esté en internet al alcance de todo el mundo. En las redes sociales, disponible para los aficionados del cómic o para los fanáticos del cine.
¿Cómo ha sido la recepción del proyecto por parte del público?
Al inicio del proyecto, en sectores académicos, nos preguntaban cosas como: ¿Por qué quieren mostrar indígenas caricaturizados? o ¿Por qué no cuentan una historia que no sea tan fea? Este tipo de circunstancias nos enseñaron a ser resistentes y a ponernos un armazón de fuerza para seguir creyendo en nuestra propuesta.
En la actualidad hemos seducido la curiosidad de la gente, ese tipo de cosas llaman mucho la atención de niños, padres, jóvenes y todo tipo de personas. Quiénes después de verse atraídos por la propuesta, se detienen y se informan sobre el conflicto colombiano. Es una trampa para que la gente pierda el miedo de conocer sobre este tema.
¿Y ahora qué sigue para 4Ríos?
Lo que sigue es hacer un epilogo de la masacre del Naya en el que se supere la memoria, se muestren las respuestas de organización propias de la comunidad y se expongan propuestas de resiliencia. Además de recordar el dolor, hay que ver cómo los indígenas han afrontado la masacre y que cosas han aprendido. El propósito es retratar los procesos sociales que se constituyeron después del exterminio desde el punto de vista de las víctimas y pasar de la memoria al aprendizaje y a una propuesta de reconciliación .
¿Todo este esfuerzo para qué?
4 Ríos trae otra visión del conflicto para que desde el presente podamos crear otro futuro. La clave está en cómo se narra, en dónde hacemos el énfasis, en quién es el protagonista. Si queremos construir la paz, es necesario empezar a recordar desde otra perspectiva.