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Por: Mariángela Urbina Castilla

 

En las laderas del Río Cauca, en Cali, está Petecuy, antes ‘Petebala’. Sangre por las aceras era lo que se veía en ese barrio periférico de la ciudad de la salsa y el chontaduro. Allá llegó, ocho años atrás, Oscar Hincapié, director caleño, para hacer un trabajo periodístico y se quedó a grabar una película, su opera prima, que estrenó el pasado 11 de noviembre. Los actores no le cobraron un peso, todos filmaron por pura gana. A los naturales, como Abraham Villada, porque las cámaras los sacaban de la delincuencia. Eran disparos distintos.

«Las cifras de delincuencia en el barrio disminuyeron durante el rodaje», afirma Hincapié. Según el diario local El País, Petecuy era para 2010 uno de los barrios más violentos de Cali (entre enero y marzo de ese año cometieron once homicidios en la zona). La película se desarrolla en el contexto del barrio y cuenta su propia historia. Es el relato de un periodista que llega a Petecuy a grabar un documental y que a través del cine logra alejar a los muchachos de la delincuencia. Es una especie de docudrama, bastante experimental en términos de narrativa y con una calidad fotográfica envidiable. La mayoría de los actores son naturales, aunque otros profesionales como Cesar Mora aceptaron participar en el proyecto.

Abraham Villada, ex pandillero y protagonista del filme, vive en Petecuy. Al principio no quería actuar, pero terminaron por convencerlo y siente que después de la filmación su vida es muy distinta.

Hablamos con él.

***

¡PACIFISTA!: ¿En qué andabas cuando te enteraste de que esta gente estaba grabando una película?

ABRAHAM: Yo me entero casi al final, de la noche a la mañana. Matan al ‘Gordo’ Alex, que era el primer protagonista. Luego le dan el papel a mi primo Marlon. A los pocos meses también lo matan. Me decían a mí entonces que me metiera, me empezaron a chuzar: «Hacele, hacele, me decían». Uno de los que me chuzaba mucho la cabeza era ‘Gamin’ (compositor de la banda sonora de la película y habitante del barrio Petecuy). Me fascinó. Pero yo le decía a Gafo (Oscar Hincapié, director de la película) que no, que cómo me iban a dar ese papel si ya estaba salado. Yo le dije, «Hago un papel como yo siempre he sido: robando, dando lora».

¿Cómo era la vida allá en Petecuy?

Un dolor de cabeza.

¿Por qué?

Porque la vida allá era muy difícil. Vivías pegado a la pared. Te levantabas y no sabía si volvías a tu casa. Cuando la gente me ve así de cambiado se aterra. Porque anteriormente me cerraban las puertas de las casas, las rejas de las tiendas. Hoy día la gente me saluda, entonces ya me siento un poquito mejor.

¿Si es tan difícil vivir allá?

Una vez casi me pegan un tiro en la cabeza. Estábamos sobre la frontera imaginaria. Y Las Liebres (una de las pandillas en disputa en Petecuy) empezaron a cascarnos. Yo le dije a mis amigos: «¡Me dieron, me dieron!». Pero yo no creía. Metí la mano y sí, estaba herido. En el brazo, no me lo pegaron bien en la espalda… con un tiro ahí no pasa nada y me salvé. Es que ni puntos, uno en la calle está acostumbrado a echarse panela y listo.

¿Cómo es que a un ladrón le termina gustando la actuación?

La actuación hace que fabriques personajes. Y en la calle eso era lo que también hacíamos: fabricar personajes. Éramos los personajes de la calle. Nosotros nos manteníamos fascinados de salir a robar la gente, a los que viéramos con plata por ahí. En la actuación tenemos que hacer del malo, del bueno, del gay. Lo que toque. En la calle es igual. Lo que toque. Cada quien tiene su rol.

¿Qué le dicen en la casa ahora que lo ven de protagonista?

Yo tengo cinco hijas. Cinco no más. Una de ellas ya se graduó, la mayor tiene 19, la otra 17, luego tienen 15, 13 y 10 años. Están fascinadas con el proyecto porque me han visto en un cambio muy diferente. Yo estudio en el mismo colegio de ellas. Ya voy a terminar mi bachillerato, si Dios quiere en un año.

¿Y la mamá de las niñas? ¿O las mamás?

(Risas) Qué te digo… Las mamás. Con ninguna me hablo. Pero eso sí, soy responsable porque de las niñas me hago cargo yo. Soy papá y mamá. Hay una de las mamás de las mayores que no sabemos dónde está. Está desaparecida. Eso sí, a cada una les hice su mamá diferente. Yo tengo una hija que le digo que es la mujer mía. Vive encima de todo. Por el celular, recoge todas las fotos, las entrevistas. Soy el más contento y alegre con eso.

¿Cómo lo van a recibir en Petecuy cuando vean la película?

Pues ahora ando asustado de no saber qué piensa la gente. Esperar la reacción. A ver cómo lo toman a uno en el barrio. Ya vieron un pedazo y quedaron encantados. Se llenó toda la cancha, pero ahora que es el estreno hay que esperar. Uno con muchos nervios. Este es el proyecto por el que luchamos ocho años. Hay que estar pendiente y azarado.

«Petecuy» está en salas desde el 11 de noviembre. Más info.

“El azar de robar y hacer una película se parecen mucho”: Abraham Villada

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